viernes, 22 de abril de 2016

LA CARRERA

Buenas a todos:

Este es el último post del blog en el que os voy a hablar de la carrera solidaria.

Se celebró, tal como estaba previsto, el 26 de abril del año pasado.

Muchísimos corredores, ambiente excelente, mañana perfecta inicialmente para la prueba... tocó madrugar (porque siempre toca en las carreras) para desayunar con tiempo, ir al servicio, ultimar las cosas, coger todo, ir a la zona de llegada con el coche, aparcar con tiempo, un café para despertar las neuronas y las fibras musculares, calentar algo, estirar...

El día apuntaba frío y gracias al consejo de mi coach (Luis) me puse camiseta ajustada y encima la de correr con el dorsal. Además cogí braga para el cuello y guantes.

Detrás pequeña mochila para llevar durante la carrera botella vacía con regenerador muscular para la llegada y dos geles de hidratos de carbono para el km 10 y 20 respectivamente.

Me pongo en el cajón de 3 horas 30 min y.... comienza la carrera.
Salgo desde un principio con algo de retraso (mi ritmo previsto es de 5 min 15 seg/km y desde un principio voy a 6 min 15 seg/km).

Las piernas las noto un poco cargadas y una molestia en la inserción de un tendón del cuádriceps de la pierna izquierda en la rodilla.

Voy cogiendo ritmo y en el km 12 se me va la molestia. Paso por el 18 con pocos minutos de retraso respecto a la hora de quedada con Pilar Delgado, compañera del trabajo, que quedó conmigo, Agustín y Luis en vernos y animar.

Subidón al verla (gracias,compi).

Continúo y llego a la media con unos seis minutos de retraso: asumibles ya que ese día era para disfrutarlo y aún así las condiciones climatológicas eran penosas...

Y es en el kilómetro 27 cuando se tuerce todo.

Frío. Lluvia. Viento. Y lo peor: calambres espantosos en los dos cuádriceps hasta el punto de tener que parar de correr y comenzar a ir andando con la tensión de sentir que se me contraían los músculos y se me montaban casi...

Dejo de correr y comienza mi procesión particular, andando, corriendo al trote. Veo a algunos corredores en mi misma situación pidiendo reflex en las rodillas, en las piernas en general...

Llueve de manera más copiosa.

Gente animando (qué grandes son algunos)...

Vuelven los calambres con más intensidad.

Llamo a mi mujer a la hora que en teoría debería de estar llegando para decirle que llego con retraso pero no lo coge. Le pongo un whatsapp y le aconsejo que se pongan ella, mis dos hijos y una amiga que acudía también con su hija, a cubierto porque el tema pinta para largo.

Se me hacen los kilómetros interminables.

No le encuentro sentido a lo que falla. La preparación sí confirmó la misma semana de la carrera que estaba capacitado para hacer la carrera en 3 horas y 40 minutos (con dos test en paralelo -que no complementarios-). Aún así sigo sin entenderlo pero sigo corriendo.
Se me pasa por la cabeza dejar la carrera porque es tal la frustración que no entiendo nada: cinco meses preparándola para que falle de manera tan estrepitosa...

Sigo andando-corriendo-andando-corriendo...

Los dolores cada vez son más profundos.

Llueve copiosamente y lo que en un tiempo fue necesidad de ir esquivando los charcos se convierte en una necesidad de no desviar ni un ápice la trayectoria que implique hacer algunos centímetros más de distancia. Además ya no existe el requisito de intentar no mojar unas zapatillas que se encuentran empapadas...

Continúo con la fatiga muscular, algo de hipotermia, viento, frío, mojado y muy, muy desanimado, pensando solo en dos grupos de personas: vosotros a los que me debía en esta carrera y mi familia y amigos, que habían quedado en irme a ver a la meta y en lo empapados y fríos que iban a estar.

Desilusión.

Esa es la palabra.

Por un sueño no cumplido.

Por una promesa que os hice y que al final sí cumplí, la de terminar los 42 km y 195 metros, pero pagando un precio de una frustración inmensa que no se si podré superarla.

Ya está. Ya tenéis la razón de por qué he tardado en contaros cómo fue.

Después de hacer todo el recorrido entro por la puerta del Retiro de la calle O´Donell, la perteneciente al paseo de coches, en la que me están esperando mis familiares y la amiga con la hija que os he comentado.

Atisbo de emoción… de lágrimas… que se desvanece al ver el reloj del arco de llegada indicando 4 horas y casi 50 minutos…

Unos minutos después paso por la meta sin ningún atisbo de emoción positiva por haber acabado la carrera.

Con la sensación de no merecer la pena tanta preparación para jugártela luego en una sola carta con muchos factores de los que puede fallar alguno.


Frustración también por mi familia, que acabó con tiritonas y, al igual que yo, con una pequeña hipotermia también, después de estarme esperando más de una hora y media con ocho grados de temperatura y empapados hasta los dientes...

Contento por la parte solidaria, sabiendo que al final, por lo menos, ha servido para algo.

Pero que no lo vuelvo a repetir en estas condiciones... eso lo tengo claro.

Ni os embarco a vosotros…

Ni embarco a mi familia en el sacrificio de fines de semana que ha supuesto la preparación de la carrera…

Ni me embarco yo en una aventura que no sé si podré terminar con las suficientes buenas vibraciones que uno se espera al llegar después de tanta distancia recorrida…

Luis Sope, el gran compañero de la carrera y las que he tenido que correr para la preparación, así como asesor de entrenamientos, dietas, ritmos, series, zapatillas, … me envió unas semanas después el perfil y el recorrido de la maratón de Valencia. Si, es llana. Si, el circuito está bien: urbano pero dando muchas vueltas por las mismas zonas de la ciudad, lo que facilita si alguien te va a seguir en el recorrido que lo haga animándote. Si, con el perfil más llano que he visto de momento en una maratón (aunque dicen que el de Sevilla lo es más todavía). Y sí, en una ciudad magnífica para conocer con la familia en ese fin de semana. Pero va a ser que no.

A los pocos días me envió otro correo con unas tablas de entrenamiento en las que venían series intercaladas de rodajes largos a hacer en diferentes fines de semana en los que alternas 16 km en uno con una distancia mayor en el siguiente y así sucesivamente, manteniendo el de 16 siempre en esa distancia y los otros aumentando hasta 34 km…

A lo mejor pruebo eso durante este año 8y eso que estoy hablando un año después de la carrera) y pruebo a hacer una tirada de 42 km al finalizar ese tipo de entrenamiento, pero nada oficial y para comprobar si las piernas me aguantan. Porque no tengo tan claro que me apetezca prepararme de nuevo durante otros cinco meses para luego arriesgarme todo a una carta el día de la carrera.

Ya os lo contaré en el siguiente blog que haga como continuación de las memorias de un corredor de fondo que, a fin de cuentas, eso es la vida: una carrera de fondo.

Sólo me queda agradeceros a todos el apoyo ofrecido desde el primer momento a la causa, los ánimos mientras estaba la preparación, los consejos y permanentes preguntas de interés por parte de Luis (grande, muy grande) y las muestras de cariño recibidas desde la finalización de la carrera por parte de todos los que la conocíais, primero preguntando y luego consolando y animando, a pesar del desastre del siglo.

Un abrazo a todos y que sepáis que os tengo y os tendré en el corazón de las carreras hasta siempre:
Siempre vuestro: José.


P.D.: a los que me habéis seguido con el compromiso cuando salga publicado este post os escribiré un correo para vuestro conocimiento, aunque para vuestra información no voy recoger la aportación de cada uno: no tengo el alma con ganas un año después... Gracias de antemano a todos por vuestro “apoyo”. 

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